martes, 30 de octubre de 2007

Augustus de Heredia

Suficiente, el señor cochinillo rosa, salió del retrete reservado y se plantó sonoramente bajo el neón intermitente de la entrada, en dirección a sus pequeñas criaturas. Caminó resuelto, estirándose la cara con las palmas de las manos, atravesó la zona de comidas que no era más que un pringoso microondas y un paquete de levadura seca, lanzó un bufido de desdén y gritó a su lacayo:

- Augustus de heredia, orgullo de los calés atenienses, el flanco de babor está desprotegido, haz el favor de cerrar esa puta persiana, recuerda pequeño bardo sifilítico, que la discrección es imprescindible en un negocio decente como el que te llena la tripa.

Augustus casi anticipándose a las palabras de c.r. ya inició la carrera que a punto estuvo de costarle un disgusto al tropezar con las patas de la mesa. Elena, la más antigua de las muchachas fingió alarmarse entre risas - Lo has vuelto a conseguir Augustus, le dijo cuando éste llego a la altura de c.r.

Aquí mi pistola, aquí mi fusil!

Bienvenidos a Barrio Sésamo niños!



Un día con pis apigos

¡Porque somos apiiigggggggos!
Antes siquiera de levantar la cimentación de mi casa.

lunes, 29 de octubre de 2007